El anuncio el pasado 25 de abril de la venta del operador de telecomunicaciones danés Telia DK al proveedor de electricidad Norlys abre una nueva perspectiva a la evolución de los mercados de suministros y servicios esenciales, al menos en el ámbito de la UE, en el que la transacción propuesta habrá de ser analizada.
Previsiblemente la definición del mercado resultante, más amplio que los propios de electricidad y telecomunicaciones haga -en la medida en que las potenciales sinergias cruzadas permitan anticipar un efecto positivo para los consumidores a través de precios más asequibles- que prospere la combinación propuesta sin necesidad de facilitar a través de los llamados “remedios” regulatorios la aparición de nuevas ofertas competitivas de los mismos servicios. No obstante, es interesante constatar que ninguna de las dos entidades participantes en este proceso es un incumbente en su sector y que por ello el incentivo de los beneficios de escala opera a favor de este movimiento.
Teniendo presentes los distintos modelos de separación estructural entre infraestructuras/prestación y venta de servicios en los mercados residenciales de electricidad y telecomunicaciones, aquellos a través de la distinción entre empresa distribuidora y comercializadora y éstos últimos por la colaboración entre operadores de red propia y operadores virtuales, la conjunción novedosa de capacidades, bases de clientes y entornos competitivos demanda una valoración de las implicaciones comerciales, regulatorias y financieras de la esperada oferta por la misma entidad de servicios habitualmente independientes, excepción hecha de geografías más o menos remotas y escasamente pobladas en las que es frecuente la existencia de empresas locales de servicios públicos cruzados (agua, electricidad, telecomunicaciones).
Tanto los consumidores como los proveedores pueden beneficiarse enormemente de la integración de negocios por dos razones fundamentales: las ventajas de una mayor escala y la eficiencia adicional derivada de una cadena de valor con múltiples eslabones compartidos. Además, esta combinación de empresas de distintos sectores no reduce la cantidad de competidores en el mercado, lo que normalmente conlleva la aprobación sin imposición de obligaciones de enajenación de activos o restricciones de oferta por parte de las empresas involucradas.
En la práctica, tanto en la comercialización de electricidad como en la de servicios de comunicaciones (“operadores virtuales”), la competencia es intensa. Gracias a las condiciones de acceso a la infraestructura, con precios regulados o pactados, cualquier oferta es potencialmente replicable. Esto beneficia a los consumidores, ya que disfrutan de condiciones ajustadas al mercado y tan ventajosas como lo permitan las expectativas mínimas de rentabilidad de las empresas.
Además de los riesgos tradicionalmente asociados a los conglomerados de negocios, desde la perspectiva de los inversores, la combinación de empresas con infraestructuras de servicios de interés general tiene más beneficios que inconvenientes. En primer lugar, se accede a bases de clientes complementarias, lo que suele mejorar la fidelización y retención de clientes. En segundo lugar, la diversificación de negocios diluye los riesgos comerciales y mejora el perfil financiero de las empresas. En tercer lugar, se refuerzan las capacidades de compra y las posiciones negociadoras con proveedores, especialmente para servicios y obras. En cuarto lugar, se pueden lograr eficiencias en costos fijos que mejoren la rentabilidad y la competitividad de precios. Finalmente, surgen posibles intangibles como el enriquecimiento del capital intelectual agregado y ventajas en una orientación compartida hacia los desafíos de sostenibilidad del negocio.
Sin embargo, dependiendo de la ambición de la integración de las organizaciones, podrían surgir desafíos como la distracción de recursos financieros y de gestión de las prioridades de la dirección, fricciones improductivas y la posibilidad de desvirtuar los márgenes asociados a los negocios aportados.
En el mercado español, ha habido antecedentes de operadores de telecomunicaciones que han incorporado servicios de electricidad, ya sea a través de acuerdos con comercializadoras o incluso creando sus propias empresas. Además, empresas como Repsol y Telefónica se han aliado para ofrecer servicios de energía a clientes de telecomunicaciones. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las ventas de electricidad han influido en los ingresos totales de los operadores de telecomunicaciones.
En cuanto a la combinación de comercializadoras de electricidad y empresas distribuidoras que creen su propio operador virtual de telecomunicaciones, no existen ejemplos en España. Esto se debe a la escasa tracción y la reducción de los ingresos por servicios de telecomunicaciones en el país.
Sin embargo, en el contexto de la esperada integración de Orange y MásMóvil, respaldada por las autoridades de competencia europeas, podría tener sentido la aparición de un operador respaldado por una empresa eléctrica, ya sea fortaleciendo al tercer operador de red (Vodafone) o a uno de los principales operadores virtuales.
Mirando hacia el futuro, es probable que los modelos de relación en la oferta de servicios de interés general, como la electricidad y las telecomunicaciones, evolucionen. Esto podría incluir mayor transparencia, menores compromisos de permanencia y una mayor personalización de los servicios. Además, es posible que surjan nuevos modelos de intermediación en línea que faciliten la adaptación constante a las necesidades básicas de energía y conectividad personal.
En resumen, la integración de negocios entre empresas de electricidad y telecomunicaciones ofrece muchas ventajas, aunque también presenta desafíos. En un mercado en constante evolución, es fundamental que las empresas se adapten y busquen formas innovadoras de servir a los consumidores y mantener su competitividad.